Editorial Siruela
Junichirō Tanizaki (1886-1965) es uno de los autores fundamentales de la literatura japonesa, junto a otros como Yukio Mishima, Natsume Sōseki o Ryūnosuke Akutagawa.
El elogio de la sombra es una pequeña joya en forma de ensayo que nos permite conocer muchos aspectos de la cultura japonesa y nos revela un modo de entender la belleza antagónico al occidental.
Tanizaki se detiene a analizar diferentes aspectos de la cultura de su país que van desde la arquitectura en las casas, el teatro, el papel o las lacas decorativas en las vajillas. Todo un tratado que demuestra la necesidad de la sombra para hacer visible la belleza, las razones para mantener un velo a través del cual intuir aquello que se nos oculta.
Divertida y esclarecedora resulta la reflexión sobre la disposición de los retretes japoneses y la búsqueda de la paz espiritual y la integración con la naturaleza.
El análisis sobre las disciplinas de teatro nō y kabuki y las virtudes estéticas que pretenden transmitir solo se entienden bajo una iluminación sutil porque, tal y como afirma Tanizaki más adelante: «Lo bello no es una sustancia en sí sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de diferentes sustancias».
El autor nipón también comenta, a lo largo del texto, la brecha inevitable que la influencia occidental abre en la cultura tradicional japonesa y, aunque se muestra favorable a los avances, apuesta por recuperar ese «universo de sombras», imprescindible para observar la belleza.
Si el contenido es interesante, no lo es menos el estilo que Tanizaki emplea. Cómico y ameno, el recorrido que traza el autor está plagado de ejemplos y anécdotas interesantes. El lenguaje sencillo y carente de artificios retóricos hace de El elogio de la sombra una obra accesible para todos los públicos. Un texto que ilumina y amplía nuestro concepto de belleza.